La riqueza de nuestro mar y la potencia de nuestra gastronomía no se entendería sin el trabajo incansable e impagable del colectivo de mariscadoras gallegas. Su esfuerzo y su tesón “labrando” los bancos marisqueros es lo que nos permite sacar de ellos los mejores ejemplares de marisco y llenar nuestras mesas navideñas con ellos.
Durante mucho tiempo, las mariscadoras gallegas eran invisibles. Su trabajo, esencial para el bienestar de algunas especies tan valoradas como las almejas o los berberechos, no estaba excesivamente valorado entre la sociedad y en el sector. Sin embargo, a día de hoy son reconocidas como una fuerza laboral imprescindible dentro del mar, motor económico fundamental de la economía gallega.
Aunque en su día era un colectivo numeroso, actualmente el censo de mariscadoras gallegas no es excesivamente elevado en Galicia. Según el registro de la Xunta de Galicia, existen actualmente 2.807 mujeres con licencia para mariscar a pie. Y si hablamos en todo momento de mariscadoras gallegas y no de mariscadores es porque las mujeres son mayoría en la ejecución de esta profesión. Frente a esas casi 3.000, hay solo 990 hombres dedicados a este trabajo.
Pero, ¿en qué consiste el trabajo de estas “labradoras del mar”? ¿Qué tipo de especies suelen capturar y qué técnicas usan? ¿Qué retos tienen por delante?
Sementar, mariscar y vigilar: cómo cuidan las mariscadoras gallegas los bancos
Cuando a alguien ajeno al mundo marítimo se le explica que el marisqueo no consiste solamente en recoger, sino también en sembrar, se queda enormemente sorprendido. Normal. Todos pensamos en algún momento que el mar solo da riqueza sin pedir nada a cambio. Pero nada más lejos de la realidad.
Una de las labores fundamentales de las mariscadoras gallegas es el proceso de siembra o “sementación” en gallego. Los bancos marisqueros se preparan para la temporada echando al mar crías de las especies que se den en cada lugar, con el objetivo de que crezcan y se conviertan en ejemplares pescables en el momento de la captura.
Además, cuando las mariscadoras -que tienen también restricciones en su pesca, como ocurre con la pesca de altura, para mantener la sostenibilidad del medio marino- exceden sus cuotas, vuelven a sembrar al día siguiente lo que sobró en lonja.
En lo que respecta al propio marisqueo a pie, se trata de una técnica antiquísima de pesca que salvaguardan las mariscadoras gallegas y que solo les permite trabajar cuando la marea se retira. En ese momento, bajan a “peinar” el fondo marino, con distintas artes heredadas de generación en generación.
¿Qué especies se capturan?
Las especies que más comúnmente capturan las mariscadoras gallegas a lo largo de nuestra costa son la almeja picuda, la babosa, el berberecho, la navaja, el longueirón vello y el caramuxo.
Estas son las medidas máximas que puede medir cada ejemplar que se captura, que las mariscadoras comprueban con un medidor que llevan engarzado a su cintura:
- Almeja bicuda / bruxa : 20mm.
- Almeja babosa / branca: 38mm.
- Berberecho: 28mm.
- Navaja: 100mm.
- Longueirón vello: 80mm.
- Caramuxo: 15mm.
¿Qué artes utilizan las mariscadoras gallegas?
- La “fisga”, un elemento que apresa al longueirón y lo captura.
- “Traballar o burato”, usando un “ganchelo” para capturar el ejemplar de marisco a través del agujero que este hace para respirar.
- El “angazo”, para mariscar berberechos y todo tipo de almejas.
Regulación y asociacionismo
Igual que en la pesca de embarcación, todo está regulado por las cuotas de la Unión Europea y se exige una licencia. Para conseguirla, es necesario realizar un curso que expida el permiso de explotación a pie, que se puede adquirir a través de la sede electrónica de la Xunta de Galicia.
Las mariscadoras y redeiras de Cambados están organizadas en una asociación que pertenece a la Cofradía de San Antonio, que son normalmente las entidades que dan apoyo burocrático y de gestión a estas trabajadoras.